Gravedad

Según la RAE, ignorando otras interpretaciones de la palabra, la gravedad es la fuerza que sobre todos los cuerpos ejerce la Tierra hacia su centro. Su valor normal (g) es 9,81 m/s2. Como toda definición, es fría y se queda en la caracterización en un sentido genérico de lo precisado, es decir, aunque cumple la función de hacernos entender el concepto no vemos que llegue a todos los rincones de su realidad. Dicho esto, estoy sintiendo que la atractión gravitatoria de mi cuerpo es mayor a la de hace un mes, y no he engordado un gramo. Me cuesta más trabajo moverme y sacar fuerzas para continuar el día a día. Seguro que tiene que ver con la falta de descanso, o la mala calidad de las horas que duermo, cosa molesta pero leve si no se eterniza. Pero la atracción que atemoriza al personal, y digo personal refiriéndome a todos los que moramos este trozo de mundo llamado España, es la que hace que los más indefensos seamos cada vez más vulnerables a los efectos gravitatorios de la crisis económica, mientras que, paradójicamente, los que hemos elegido para representar nuestros intereses, y los máximos responsables del descalabro actual son los que tienen el impermeable asegurado.

Adoctrinados medios de comunicación nos cuentan lo que quieren y nos meten por los ojos mucho fútbol y mucha Pantoja, porque en los tiempos que corren ni la religión es ya el opio del pueblo. En el Congreso sólo podemos ver teatro, actores de chaqueta regalada y manga ancha que tras hacer mutis por el foro se van de cañas con el malo de la obra, porque la puñalada que asestó fue parte del espectáculo y la sangre no era sino tomate de invernadero.

La coyuntura actual en cuanto a economía, trabajo y valores es cancerosa, y cada día que pasa menos se puede hacer para luchar contra el endemismo que nosotros mismos hemos consentido. Debimos ir al médico con los primeros síntomas, pero las cuarenta y dos pulgadas en HD del salón de casa imantaban entonces las suelas de nuestros zapatos hasta el punto de que sólo nos levantábamos para sacar la pizza del horno.

Leí ayer un acertado comentario de Manel Anzón en el blog de mi admirado Martín Gallego, al que últimamente las cosas no le van muy bien (ojalá le cambie pronto la suerte, pues lucha con tesón para ello) en el que deseaba que "el país fuera un ordenador que pudiéramos resetear para empezar de nuevo", de cero. Pero como eso no es posible ¿Qué nos queda? También he leído esto de Pérez-Reverte y me he sentido invitado a reflexionar:

Yo soy de los de fútbol, que demasiados disgustos me da, pero los viernes no hay partidos, y si los hay no me interesan, por eso he llegado a la conclusión de que podemos hacer dos cosas: o recuperar el espíritu de lucha (no violenta) de aquellos que nos "regalaron" la Democracia, o darle a los líderes de los principales partidos políticos del plantel nacional (¿Por qué no también regional, provincial y local?) un guantazo electoral votando masivamente en blanco o simplemente derivando el voto a partidos con menos presencia mediática. Puestos a joder, que se jodan otros, no siempre nos va a tocar a nosotros... Aunque con el talento que han desarrollado lo señores de las Altas y Bajas Cámaras la lectura será otra, como tras cada evento electoral donde todos se declaran vencedores y nadie reconoce fracaso alguno.

Algo habrá que hacer...

1 comentario:

Esther Morán dijo...

Me alegra que hayas podido poner palabras a un sentimiento de rabia. También yo leí a Martín y a Manel y pensé que era buena idea lo de formatear. Lástima que no se pueda.
La propuesta de una protesta de un voto en blanco es quizás la única manera no violenta que tenemos de dar un guantazo a los políticos.