La Canoa de Punta Umbría

Era una tarea pendiente y tener hijos a veces ayuda a rescatar de la agenda actividades determinadas, así que aprovechamos un día nublado para coger en familia la Canoa de Punta Umbría, que es como se conoce la embarcación. Dicha canoa es un barco de pasajeros con capacidad para 200 personas que conecta la localidad pesquera de Punta Umbría con Huelva. Antes de la construcción de los dos puentes que salvan hoy el accidente fluvial que supone la Ría de Huelva, que no es sino la desembocadura del Río Odiel en el Atlántico, era el único medio de transporte para tal travesía y por tanto contaba con un número de usuarios muy elevado. Tanto es así que llegaron a funcionar un total de siete canoas simultáneamente.

(Popa. Puente levadizo sobre la Marisma del Burro)


La necesidad de abastecimiento de agua potable que padecía la capital urgía situar un acueducto bajo o sobre la Ría para traerla del Río Piedras, y tras numerosos estudios se mandó construir un puente cuyo piso se destinaría al tráfico rodado, permitiéndose la instalación de la tubería por debajo. Una vez inaugurado en marzo de 1969 el Puente Sifón de Santa Eulalia, como se convino llamar en un gesto hacia la comunidad de Extremadura, la Canoa de Punta Umbría comenzó a registrar un notable descenso de viajeros. Tal fue fue la decadencia que los propietarios de la embarcación interrumpieron su actividad quedándose ambas localidades huérfanas de dicho servicio de transporte marítimo.

(Estribor)


Con la contrucción del segundo puente en 1993 parecía que se quedaría sepultada para siempre esta parte material de la historia del litoral onubense, pero contra viento y marea los propietarios de la canoa han vuelto a ponerla en marcha hace unos años para deleite de quien esté dispuesto a pagar los escasos 3´50 € del viaje único, o los 6 € del coste de ida y vuelta.

(Pesquero en el Río de Punta Umbría)

Suponiendo que nos montáramos en la capital, el embarcadero se encuentra en el Puerto Interior de la Autoridad Portuaria de Huelva, conocido como Muelle de Levante. La canoa recorre la Ría de Huelva hasta el Estero del Burro, donde pasa bajo el puente levadizo con el mismo nombre, y tras cuyo paso enlaza con el Río de Punta Umbría. Finalmente, tras trazar, digamos, una "S", avanza hacia el Muelle de las Canoas de la localidad de destino.

(Redero)


La travesía que os he detallado corresponde íntegra al paraje natural Marismas del Odiel, reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biosfera desde 1983, así que podéis imaginar que las fotos que acompañan al texto son sólo una modesta porción de la belleza que encierra este enclave natural.

(Barcos descargando en la lonja)


La canoa tiene para mí un gran atractivo: la brisa con aroma a sal. Ese olor no es el de la playa o el mar, ni tampoco la fina fragancia de la marisma. Es una armónica mezcolanza de ambas, regaladora de un equilibrado término medio aromático. Mi sentido del olfato me hace pensar en lo barato del billete cuando experimenta tal júbilo.

(Esperando la Canoa mientras el chavaleo aprovecha para tirarse de cabeza al río)


No puedo hablar mal de Punta Umbría cuando me refiero a la localidad como pueblo, porque su gente es trabajadora, sufridora, y ha soportado la crueldad de la mar y la ausencia de seres queridos por largas temporadas. Esta Punta Umbría de siempre merece todo mi cariño, no así la irrespetuosa urbanización que ha experimentado en las últimas décadas. Ha pasado de ser una pequeña y entrañable localidad a convertirse en un escaparate de segundas propiedades, una exposición de catetura que ha obrado con violencia contra la naturaleza para convertirse en un lugar incómodo, ruidoso y de edificios horteras. De corazón lo siento por quienes se saben oriundos de este puntal del mapa.

(La "vieja" canoa)


No obstante lo anterior, pasear por la calle ancha y por las callejuelas que salen a su paso, o por la Ría, o por la playa de La Canaleta... es una gozada, y el par de horas que tarda de nuevo en soltar amarras la canoa da tiempo a probar bibalbos o mariscos frescos con alguna bebida fría.

(Pesquero regresando de la faena)


Si realizamos el viaje al revés, subimos a la canoa al final del paseo de la Ría, en un embarcadero anexo a una gran plazoleta con bares y terrazas. A lo largo del tramo de Río de Punta Umbría vamos a ver a babor, además del puerto deportivo, movimiento de una multitud de pesqueros, la lonja del pescado y demás empresas auxiliares del sector. Mirando a estribor se contempla la Isla de Saltés, considerada capital de la antigua Tartessos y donde se han encontrado numeros restos arqueológicos a partir de los que se ha contado la peculiar historia de la provincia onubense.

(Proa)


Viajar en la canoa de Punta Umbría relaja. Influye que uno suele ir ocioso, pero la marisma frena el desasosiego de cualquiera, y sitúa las pulsaciones en ritmos saludables. Si lo deseas puedes hacer uso de un modesto pero barato servicio de bar y sentarte en la proa a tomar una cerveza helada, tomando el sol, leyendo un libro...

(Babor)


Bueno, ya os he comentado por encima algo de la historia de la canoa, de los embarcaderos, de la propia embarcación, el trayecto, el entorno... supongo que sirve para despertar un poco el interés, así que vamos ahora con las fotografías.

(Babor, segunda planta)


Para el reportaje he usado dos objetivos. Un 18-55 f 3.5-f 5.6 y un 11-16 f 2.8. La mayoría están hechas con el primero, a 28mm y aberturas medias, a pesar de que no funciona ni el estabilizador de imagen ni el foco automático. Alguna ha caído en 55mm, como también otras con el 11-16 a 14mm y también diafragmas medios. La calidad que se obtiene del famoso "pisapapeles" es, a mi juicio, demasiado pobre, porque los viñeteos son evidentes en todas las aberturas y focales, los colores en los tonos más apagados no se corresponden con la realidad y se echa en falta mucho contraste. No obstante, el rango de distancias focales que cubre es muy práctico y se incluye con la compra de la mayoría de cámaras de gama media o baja, por lo que ayuda a disfrutar.

(Travesía por el Puerto Interior)


Como siempre, me puede la vergüenza y me he vuelto a perder fotos preciosas, porque hay familias enteras pasando el rato en la barca y por no pedirles permiso para retratarles me quedo sin esos recuerdos. Incluso al personal de a bordo se le podrían sacar fotos interesantes, pero me sucede siempre lo mismo. Para pensar que con educación se llega a todos lados me da demasiado miedo que me den la negativa. Algo habrá que hacer...

(Llegando a puerto, a Huelva, en el Muelle de Levante)


A pesar de esto último, se disfruta de lo lindo con una cámara al cuello, porque hay muchas posibilidades. Cada viaje dura una hora y a las 21:00 sale por última vez de Huelva, con lo que se pueden aprovechar las mejores luces del día.

(Autorretrato)


Y para despedirme este tímido autorretrato. Con la que está cayendo uno tiene que tenerse aprecio sin avergonzarse de tener viejos los zapatos. Espero que les haya gustado este modesto reportaje.







Más información sobre la Cano de Punta Umbría aquí.

8 comentarios:

Javier Diéguez López dijo...

Buen reportaje con unas fotos preciosas. Un saludo.

Luis Calle dijo...

Un reportaje completísimo y bien documentado.

Jaime dijo...

Me quedo con 'pesquero regresando de la faena'. Me transmite ese sosiego del que hablas.

ANRAFERA dijo...

Interesante reportaje.
Muy buenas tomas.
Me ha recordado el viaje que realicé con mi familia. Yo también me quedo con el "pueblo pesquero".
Saludos.
Ramón

Angel Corrochano dijo...

Bonito reportaje, aunque la luz no acompañó ...
Que bella es Punta Umbría, Hace tiempo estuve en un encuentro de editores, por aquel entonces hacía un fancine con tres amigo más (cuantos recuerdos).
Un abrazo

Martin Gallego dijo...

...exposición de catetura..., jejejej.

Me alegra un montón que vuelvas a disfrutar, se nota en las últimas entradas!
Un abrazo cateto, jejeje

Unknown dijo...

Excelente amigo Andrés. Desconocía por completo ese trayecto. Así que me lo apunto para el día menos pensado.
Lo de los zapatos imagino que la comodidad siempre juega su punto antes de incorporar unos de nuevos. Al menos a mi me pasa con unas viejas, desgastadas y casi roídas zapatillas de una marca que como no me paga, no nombro. (Y menos en espacio ajeno)
Un abrazo

ercanito dijo...

Ese día, Jan, avísame. Será un placer acompañarte.