Antinaturalimo en fotografía de naturaleza. Tendencias que no molan (II)

Hace varias décadas venía Franco a una finca de Trigueros que conozco bien a cazar venados. El mayoral y los mozos criaban a los cérvidos desde su nacimiento, alimentándolos siempre en el mismo lugar. Cuando los venados ostentaban más de una decena de puntas en su cornamenta lo llevaban a lugares con perfecto ángulo de tiro para que el caudillo los ejecutara. ¿Qué sentido tenía esta caza, qué mérito? Naturalmente mucho para él, ya que el dictador no conocía la condición doméstica del animal abatido. En cambio, la realidad era puro teatro.

Hace unas semanas, en una conversación interesante con un fotógrafo de naturaleza intercambiábamos criterios sobre los usos del flash para fotografiar pájaros en libertad. Me llamaba la atención que montara hasta cuatro y cinco flashes para destacar la presencia de una rapaz sobre el fondo, y me preocupaba cómo equilibraba el balance de blancos de cámara y sobre todo flashes, teniendo en cuenta que a las mejores horas para fotografiar la luz es muy cambiante y no puedes andar paseándote de antorcha en antorcha para cambiar los filtros de todas las unidades.

Flashes a parte, esto requiere una preparación previa muy sesuda; no vas a montar trípodes camuflados y hides en cualquier lugar a la espera de un milagro. Estas fotografías requieren una cuidada preparación previa, colocándose todo alrededor de un comedero o estanque... donde sabes qué especie se va a posar y a qué horas del día, todo tras un estudio minucioso de sus hábitos. Estos planeamientos otorgan al fotógrafo la posibilidad de elegir el fondo, la composición, el encuadre... digamos que construye un estudio en el campo sin dejar casi nada al azar. Entonces se posa el pájaro y clic. Sacrificios del fotógrafo a parte ¿No os parece que el mérito es parecido al de ese tipo de cacerías?

No me alienta ánimo de menoscabo alguno hacia lo que hacen otros no sin grandes sacrificios. Como digo, detrás de estas fotos hay un desembolso muy grande de equipo, hay muchas horas de documentación y de observación, del conocimiento de la técnica, y de su puesta en escena para lograr fotos con un gran contenido estético, pero no termino de asimilar tanta fotografía idéntica de una fragua de sorpresas tan grande como es la naturaleza.

Hay miles de fotos idénticas de carboneros, herrerillos, verderones... e incluso otras especies más esquivas, que andan mostrándose en Internet. Así, sólo llego a entender la satisfacción de que esa foto idéntica a tantas otras la hice yo, y no otro. En realidad, me da lo mismo que la afición por la fotografía y la ornitología  formen una conjunción así, lo que me apena es que cada vez la fotografía de naturaleza es menos vivida, menos auténtica, menos natural. No hablo de que no esté justificado, lo estará. Lo que hago es abordar el tema de la tendencia generalizada a conseguir la foto aunque me la cocine yo.

Me da que, dado que los tiempos que corren dan cada vez más importancia al resultado y menos al cómo la hice, cada vez será más difícil encontrar fotógrafos que usen el coco para comprender a fondo las especies, sus costumbres, adaptarse a sus hábitats... y así documentar la naturaleza tal como es, sencillamente natural. 

3 comentarios:

Jaime dijo...

Es una 'rama' más de la fotografía. Un fotógrafo de moda o modelos es parecido: todo está preparado en un estudio; sin embargo alguien que hace fotografía de reportaje en la calle es simplemente otra historia. Son modalidades difícilmente comparables, aunque cada uno tenga sus preferencias.
Por cierto, Félix Rodríguez de la Fuente no dejaba nada al azar...hasta el punto de que la famosa águila real estaba adiestrada para atacar aquella cabra montesa que despeñaba...lo que no quita que su labor tuviera la importancia que tuvo.
Quién me contó esta historia fue un cetrero que sabía de lo que hablaba.

ercanito dijo...

Efectivamente Jaime, esa escena era todo un montaje.

ercanito dijo...

El modo de preparar las sesiones no es ninguna novedad. A mí lo que me molesta es la tendencia a desnaturalizar la imagen. ¿Qué pintan cinco flashes en una foto de un cárabo? Un animal de hábitos crepusculares al que han balanceado los blancos poco menos que con una carta de color? Que no quito mérito, ni tampoco critico que haya fotos que tengan o deban hacerse así, sino que ese modus operandi por defecto, como una moda, no termino de encajarlo en mi cerebro como algo necesario.